Desde hace mucho tiempo se debate si los mercados financieros son eficientes o no. La eficiencia en los mercados hace referencia a que los precios de las acciones son reflejo de la información que está disponible y a que todos los participantes del mercado tienen el mismo acceso a esa información. Bajo esta definición, cualquier análisis con respecto a una acción debería estar ya reflejado en los precios de mercado, por lo que el esfuerzo de análisis realmente no valdría la pena.
El debate sobre si los mercados son eficientes o no, ha sido uno de los moldeadores de las diferencias entre inversionistas pasivos y activos. Un inversionista pasivo es el que invierte en vehículos que siguen el movimiento de un mercado, de un índice o de una industria en particular. La inversión pasiva fundamenta su tesis en la diversificación, en el bajo costo y en la aceptación de la eficiencia de los mercados. Los inversionistas activos, por otro lado, parten de la base que en ocasiones se dan desfaces entre los precios y los valores de las acciones y que esta diferencia crea oportunidades interesantes. La inversión activa, como su nombre lo dice, requiere más estudio y monitoreo tanto del mercado como de acciones individuales.
Surgen entonces varias preguntas. ¿Valdrá la pena analizar acciones?, ¿Cuál es el mejor camino para seguir?, ¿Tendré yo la razón y el resto del mercado estará equivocado?, ¿Y yo si seré mas inteligente que el mercado?, ¿Sera mejor ir a la fija con el retorno promedio de un índice a largo plazo?…
Antes de responder estos cuestionamientos, consideremos la metodología utilizada para evaluar el valor de una acción. Las empresas se valoran a través de un ejercicio numérico que trae a valor presente el posible desempeño que puede tener la compañía en el futuro. El futuro es incierto y más el largo plazo. La base de la valoración de empresas son las expectativas y esas expectativas, por más estructuradas que sean, no dejan de ser una opinión. Esto cambia el concepto de eficiencia y ayuda a entender por qué los mercados terminan siendo un escenario emocional y de grandes reacciones en vez de un entorno racional y sin turbulencia.
Al final no se trata ni siquiera de responder si somos mas inteligentes que el mercado, con que tengamos más autocontrol basta para hacer la diferencia. Se puede obtener resultados sobresalientes siendo un inversionista híbrido, tomando las bondades de la parte pasiva y buscando marcar la diferencia en la parte activa. El mercado, por su reacción a la subjetividad y por las emociones que se derivan, se encargará de presentarnos las grandes oportunidades. No hay que ser genios, con tener paciencia basta.
