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Invertir en acciones: un mundo financiero de mucha psicología

Los mercados son un espacio donde se encuentran empresas que requieren financiación e inversionistas que buscan invertir. Para el caso particular de las acciones, las empresas encuentran acceso a capital a cambio de participación accionaria. La expectativa de los inversionistas es que el precio al cual adquirieron las acciones suba para poder obtener una utilidad. Esta es la base de los mercados.

Los precios en los mercados se mueven por oferta y demanda, y en esencia, las acciones de empresas con buen desempeño deberían tener una mayor demanda. Si vamos a la base de los mercados, los inversionistas esperarían que las acciones de una empresa con buenos resultados incrementen su precio, a razón de la demanda que surja por su buen desempeño.

En los mercados hay muchos jugadores que se pueden categorizar en dos tipos. Los que toman decisiones con base en análisis relacionados a la empresa emisora de las acciones y los que toman decisiones con base en los movimientos del mercado.

Los análisis que existen para estudiar las acciones de una empresa, buscan obtener una estimación del valor de la empresa. Los ejercicios de valoración de empresas tienen dos grandes componentes: el primero determina lo que podría ser el desempeño de la empresa hacia el futuro, según unas expectativas.  El segundo asigna unos supuestos numéricos a esas expectativas para posteriormente llevar a cabo una serie de cálculos numéricos y obtener unos valores. Valorar una compañía termina siendo un ejercicio subjetivo, una opinión.  Sin embargo, las compañías exitosas siempre han visto subir el precio de sus acciones en el largo plazo.

El corto plazo en un mercado es una batalla de opiniones y sentimientos sobre esas opiniones. Los inversionistas cambian de opinión cuando se dejan convencer de otras opiniones o cuando las empresas reportan sus resultados y se confrontan las expectativas. Si a esto le sumamos los jugadores que buscan obtener utilidades por los movimientos que generan los cambios de opinión, obtenemos la fórmula perfecta para un entorno volátil e incierto.

Podemos concluir entonces, que el éxito como inversionistas se da cuando hay visión de largo plazo, flexibilidad en los análisis y control de las emociones. La flexibilidad permite tener maniobra en las decisiones y el control a las emociones evita contagiarse de otras opiniones o de emociones ajenas. El juego no es la predicción sino la sensatez. Ser sensato no da certeza, pero si mucha tranquilidad y un inversionista tranquilo es capaz de aguantar emocionalmente y adaptarse.

 

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