Mucho se habla de las emociones en las inversiones y en los mercados. El auge de las finanzas personales ha popularizado la idea de que todo individuo debería ser inversionista de forma paralela a su ocupación, algo cómo un segundo trabajo. La narrativa alrededor de esta tendencia es que una vez nos embarcamos en el mundo de las inversiones, estamos iniciando la construcción hacia la libertad financiera.
El concepto de libertad financiera es poderoso y tiene un impacto enorme en la mente del ser humano. La libertad financiera, en términos prácticos, es el estado en donde una persona puede cubrir económicamente sus necesidades de forma pasiva, situación que le permite poder elegir entre que hacer y que no hacer. Acá surge el primer dilema de la libertad financiera, y es que mientras mas altas las necesidades, mayor será el requerimiento pasivo para cubrirlas.
Los mercados financieros son uno de los destinos a donde llegan a ser invertidos los ahorros de las personas que construyen su libertad financiera. Estos recursos llegan buscando retornos que crezcan el capital de manera que en algún momento en el tiempo ese dinero trabaje por ellos. Mientras mas grande sea la carga de necesidades de una persona, mayor presión habrá hacia los retornos. Acá es donde empieza a surgir el rol de las emociones en los mercados. El nivel de emocionalidad que existe en los mercados es proporcional al deseo que tienen los seres humanos por llegar a ser libres financieramente. Es por esto que los mercados siempre han sido y continuaran siendo un ambiente volátil e impredecible.
Todos los inversionistas que se han aventurado al camino de construir su libertad financiera deberían hacer un ejercicio de introspección en donde evalúen que es lo que realmente desean construir y cual es la carga que realmente hay que cubrir en el futuro. Confrontarnos a nosotros mismos permite entender que es lo que realmente queremos lograr y nos libera de equipajes que adquirimos por el hecho de ser seres sociales, pero que en fondo realmente no queremos. No todos los seres humanos desean lo mismo. Conocerse como persona es un paso clave en el camino hacia libertad financiera.
Navegar los mercados ligeros de equipaje es una ventaja que marca la diferencia. Esta ventaja vuelve lo inlograble alcanzable y permite ver con mayor claridad que es lo que realmente hay que construir. No busquemos retornos imposibles para alcanzar lo que no queremos, busquemos lo que nos genere plenitud como individuos para enfocar los esfuerzos hacia ese norte. Cuando el propósito nace desde el interior de cada persona, tiene la fuerza suficiente para aguantar los altibajos que se derivan de las emociones en los mercados. Naveguemos con nuestro equipaje real, pues es el que realmente nos va a dar la fuerza para aguantar en el camino.
