El pasado puede no haber sido tan bueno como recuerdas, el presente es mejor de lo que piensas y el futuro será mejor de lo que esperas.
Las personas tenemos al menos dos cosas en común: tomamos decisiones diariamente y vivimos buscando predicción y estabilidad. Sin importar lo diferente que seamos, todos tomamos decisiones y buscamos estar bien.
Las decisiones son nuestro día a día como individuos. Nuestra vida se compone de elecciones que van desde qué camisa usar, hasta qué vamos a hacer en la vida.
Como seres humanos, tenemos necesidades básicas y aspiraciones. El estado en donde podemos tener lo básico y algo de lo que aspiramos, es lo que llamamos estabilidad. Buscamos predicción porque queremos que la estabilidad haga parte de nuestro futuro siempre.
La información, es una de las herramientas que nos brinda la seguridad que necesitamos, para que las decisiones importantes de nuestra vida nos lleven a la estabilidad. En este camino nos encontramos con dos actitudes humanas: el optimismo y el pesimismo. Ver las cosas desde una de estas dos ópticas está más relacionado con la fuente de la información y con nuestros propios miedos, que con la realidad del presente.
En este mundo, muchas veces al optimista se le cataloga como un soñador y al pesimista como el “realista”. Una explicación para esto es que los eventos catastróficos se dan más rápido que la construcción del bienestar, por esto es más fácil poner la atención en lo que pasa más rápido que en lo que toma más tiempo.
La realidad es que la humanidad lleva décadas experimentado un gran proceso evolutivo hacia el bienestar, el cambio ha sido enorme y muy positivo. Ha tomado tiempo, por eso muchas veces pasa desapercibido. Hemos logrado aumentar la expectativa de vida mas de 20 años en los últimos 50 años y la pobreza extrema se ha reducido a más de la mitad en ese mismo período de tiempo. Impresionante, pero son 50 años.
El hecho de que el futuro es incierto y desconocido siempre va a generar optimismo o pesimismo. Reconocer que el riesgo existe, no desaparece la incertidumbre, pero ayuda a que veamos el miedo como un protector interno que nos mesura en nuestras decisiones. Ser optimista es entender que, a pesar de los retos, los resultados pueden ser positivos y que para lograr los objetivos hay que construir.
Cuando quieras invertir te vas a encontrar con los pesimistas y los optimistas, tú solo recuerda que, en los últimos casi 100 años, han pasado eventos realmente catastróficos y que aun así, el mercado de acciones de Estados Unidos ha tenido un rendimiento promedio anual cercano al 10%.
